Una nueva ciudad para un país nuevo
El 19 de noviembre de 1882 se fundó la ciudad de La Plata. La capital de la provincia de Buenos Aires es reconocida por su trazado, la arquitectura y el compromiso con la cultura. Pero también es el símbolo que marcó el fin de la guerra civil argentina.
El origen de la ciudad de La Plata se remonta a la guerra civil argentina del siglo XIX como parte de la pacificación nacional. El derramamiento de sangre duró casi 70 años, el cual culminó con el triunfo del ejercito Federal sobre el Unitario con la revolución de junio de 1880, con más de 3000 muertes entre ambos bandos.
Dos años más tarde el por entonces gobernador de la provincia Juan José Dardo Rocha afirmó frente a la piedra fundacional platense: “Hemos dado a la nueva capital el nombre del río magnífico que la baña, y depositamos bajo esta piedra, esperando que aquí queden sepultadas para siempre, las rivalidades, los odios, los rencores, y todas las pasiones que han retardado por tanto tiempo la prosperidad de nuestro país”.
Dos años más tarde el por entonces gobernador de la provincia Juan José Dardo Rocha afirmó frente a la piedra fundacional platense: “Hemos dado a la nueva capital el nombre del río magnífico que la baña, y depositamos bajo esta piedra, esperando que aquí queden sepultadas para siempre, las rivalidades, los odios, los rencores, y todas las pasiones que han retardado por tanto tiempo la prosperidad de nuestro país”.
El lugar elegido era una llanura conocida como “Lomas de Ensenada”. Para su selección se contempló: las Ventajas e inconvenientes para la administración de la provincia, la calidad de los terrenos en que deba levantarse la nueva ciudad para la edificación y la agricultura, la cantidad de agua para cubrir las necesidades de una ciudad populosa, la facilidad de conexión hacía la nación y el exterior, y las disposición para la creación artísticas.
El 18 de noviembre de 1882, el periodista italiano Basilio Cittadini escribió:
“En Europa el pueblo se reiría a la cara de un gobierno que lo invitara para la inauguración de una ciudad nueva en un semi-desierto. Se diría que aquel gobierno era de peligrosos soñadores. Aquí en cambio, se colocará mañana la piedra fundamental de La Plata y dentro de pocos años, aquel lugar solitario será una ciudad populosa, industrial, palpitante de vida y llena de porvenir”.
“En Europa el pueblo se reiría a la cara de un gobierno que lo invitara para la inauguración de una ciudad nueva en un semi-desierto. Se diría que aquel gobierno era de peligrosos soñadores. Aquí en cambio, se colocará mañana la piedra fundamental de La Plata y dentro de pocos años, aquel lugar solitario será una ciudad populosa, industrial, palpitante de vida y llena de porvenir”.
El casco urbano fue diagramado como un cuadro perfecto. Hay gente que la compara con la legendaria ciudad Begun, imaginada por Julio Verne en su novela "Los quinientos millones de Begun". La cuadrícula es cruzada por dos diagonales-avenidas principales y cuatro secundarias que agilizan el tránsito. Se agregan además las diagonales 79 y 80 que aceleran el sector del microcentro y del gubernamental.
Cada seis cuadras una plaza fusiona dos avenidas, un diseño del urbanismo higienísta del siglo XIX para favorecer el flujo del aire. Inicialmente también se consideró la posibilidad de que cada calle y avenida conserve un tipo de flora particular, de aquí su amplia diversidad de árboles (tilos, jacarandas, naranjos, palos borrachos, paraísos y arces, entre otros). Incluso la angulación de 45° de sus calles respecto a los puntos cardinales responde al concepto de que los hogares no reciban los vientos de frente.
Cada seis cuadras una plaza fusiona dos avenidas, un diseño del urbanismo higienísta del siglo XIX para favorecer el flujo del aire. Inicialmente también se consideró la posibilidad de que cada calle y avenida conserve un tipo de flora particular, de aquí su amplia diversidad de árboles (tilos, jacarandas, naranjos, palos borrachos, paraísos y arces, entre otros). Incluso la angulación de 45° de sus calles respecto a los puntos cardinales responde al concepto de que los hogares no reciban los vientos de frente.
Su patrimonio arquitectónico, en sintonía con sus ideales fundacionales, también son reconocidos por su belleza, su historia y la diversidad cultural. Sus primeros habitantes fueron los albañiles e ingenieros inmigrantes que la construyeron. La municipalidad con su estilo renacentista alemán, la Casa de Gobierno de carácter renacentista flamenco, el coliseo San Martín y la catedral neogótica son algunos de sus atractivos junto a: el museo de Ciencias Naturales, el Paseo del Bosque, la República de los Niños y la Universidad Nacional de La Plata, entre otros. En 1886 se convirtió en la primera ciudad sudamericana con tendido eléctrico, y en 1892 circuló el primer tranvía eléctrico del subcontinente.
La Plata fue premiada en la Exposición Universal de París de 1889 con dos medallas doradas en las categorías “Ciudad del Futuro” y “Mejor realización construida”.
Actualmente la ciudad alberga más de 850 mil personas, de los cuales cerca de cerca de 120 mil son estudiantes en la Universidad Nacional de La Plata.
En La Plata nacieron y crecieron personajes destacados de la historia, la ciencia y el arte como: René Favaloro, Facundo Cabral, Iñaki Urlezaga, Emilio Pettoruti, Paula Almerares y Osvaldo Golijov. También a lo largo de sus 130 años fue residencia de personajes reconocidos como Ernesto Sábato, Joaquín V. González, Patricio Bonifacio Palacios y Alejandro Korn.
Los años han pasado, peores y mejores; y si bien la estructura inaugural de Plaza Moreno ha sido retirada, sus leyendas siguen vigente dentro de la identidad local:
«Paz y Libertad»
«Orden y Progreso»
«Educación Común y Sufragio Libre»
«No Basta Odiar la Tiranía, Es Necesario Amar la Libertad».
«Orden y Progreso»
«Educación Común y Sufragio Libre»
«No Basta Odiar la Tiranía, Es Necesario Amar la Libertad».
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